Hoy 8 de marzo, mientras en muchos lugares se ha invitado a mujeres exitosas con una amplia trayectoria para conmemorar la expansión igualitaria de la mujer en el mundo laboral, político y social, yo corro a mi casa a celebrar con la mujer más exitosa del mundo: Mi Madre.
Mi mamá es ama de casa. Igual que lo fue mi abuela y seguramente todas las mujeres de mi familia antes que ellas. Nada más entrar en la casa, me envuelve el calor de hogar, y el olor del sofrito y el caldo de pollo que puedo saborear solo con olerlo –ya se que voy a comer delicioso- llego a la cocina y allí está, con su delantal floreado con gallos pintados y su paleta de madera en la mano, desafiando la salpicadura de aceite, ajo y vegetales. Le doy un beso y me pregunta como me ha ido hoy, si tengo hambre, si tengo sed. Se preocupa de todos los aspectos que me puedan perturbar en ese momento. Voy a mi cuarto y huele a desinfectante floral con detergente. Ha limpiado y cambiado las sabanas de cama para que me acueste en un ambiente limpio y fresco. Ha devuelto orden al caos y le ha dado confianza y seguridad a mi vida, con tan solo entrar en ese remanso de paz que es mi casa materna. Voy a la siguiente habitación y está mi abuela en su mecedora, bordando un vestido para mi hija con la poca vista que le queda. La beso en la cabeza y noto el olor a talco y medicinas. Me muestra orgullosa su trabajo de bordado y le digo que nunca había visto nada tan bello en ninguna tienda, y que mi hija estará extasiada de la emoción de poder lucir esa prenda cuando esté terminada. Ya el almuerzo está casi listo y con cuidado, dejo que las manos de mi abuela se apoyen en las mías y la conduzco hasta el comedor para que se siente a disfrutar con nosotras del delicioso almuerzo. Me regreso y voy a la tercera habitación, en donde mi hija de 5 años está viendo la televisión y distraída, no me ha saludado. La abrazo y le digo que me salude apropiadamente. Entonces me mira y sonriendo me dice: - Bendición. Le doy un beso, la cargo y la llevo hasta el comedor en donde ya la mesa está servida y lista para que cuatro generaciones de mujeres nos sentemos a comer juntas, en familia. Y entonces pienso que no hay nada más exitoso en el mundo que enseñar a las generaciones futuras el valor del respeto, de la familia y del esfuerzo del trabajo bien realizado, sea cual sea tu área de especialidad: la medicina, la arquitectura o el hogar. El éxito no viene dado por una carrera o un sueldo igualitario, sino por el triunfo en una acción personal, que para mi madre y mi abuela, es ser amas de casa. El éxito reside en la felicidad que nos da hacer lo que nos gusta y hacerlo bien, precisamente porque nos gusta, nos da satisfacción, nos llena el alma. Hoy, quiero homenajear a la mujer más exitosa del mundo: Mi Madre. - Adlyz Calimán Mayor.
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